¿Sabes qué tipo de glaucoma tienes?

04/04/2016

El glaucoma es la segunda causa de ceguera por detrás de las cataratas y se podría evitar el 95% de los casos con un diagnóstico adecuado y precoz. Como referente en glaucoma, ICO trabaja día a día para avanzar en este campo.

Adaptación de la interesante entrevista de la Dra. Susana Duch, directora de la Unidad de glaucoma de VERTE Oftalmología Barcelona, en el programa de radio Salud siglo XXI.

Dra. Duch, ¿qué es exactamente el glaucoma?

El glaucoma es una enfermedad del nervio óptico. El principal factor de riesgo y el que realmente podemos manejar, es la presión intraocular aumentada. Esta enfermedad del nervio óptico o neuropatía, se expresa perdiendo fibras nerviosas que llevan la transmisión de la visión, por tanto, perdiendo visión.

Hay dos tipos de glaucoma. El glaucoma crónico y el glaucoma agudo. ¿Cuáles son las diferencias?

Para explicarlo de forma sencilla, podríamos poner el ejemplo de un circuito de agua que va del grifo de la cocina hasta el bajante. Cuando el circuito no funciona bien, el agua se estanca. Puede hacerlo poco a poco, que sería un glaucoma crónico (de ángulo abierto), o puedes poner un tapón e inundar la cocina en un momento, que sería el glaucoma agudo (de ángulo cerrado).

En el glaucoma agudo, se cierra bruscamente la salida del humor acuoso del ojo. El ojo sufre un incremento de presión de forma automática y rápida y, entonces, aparecen una serie de síntomas. Hay dolor e inflamación, porque el ojo no se adapta a esta situación, y hay isquemia. Este tipo de glaucoma es mucho menos frecuente en nuestro entorno pero, por ejemplo, en Asia es el más importante.

En cambio, en nuestro entorno caucásico, el más frecuente es el glaucoma crónico. Sería cuando el circuito envejece, deja de funcionar bien y la presión sube lentamente. No existe dolor ni da ningún tipo de aviso, sin embargo, la presión puede subir lo suficiente como para que poco a poco vaya dañando estas fibras nerviosas.

Se trata del mismo circuito en ambos casos, pero el proceso es muy distinto. El glaucoma agudo (de ángulo cerrado) no pasa inadvertido, el glaucoma crónico (de ángulo abierto) sí, porque todo va muy despacio. Por eso es tan peligroso.

¿Cuándo acude un paciente a la consulta?

Como el glaucoma agudo da síntomas importantes, el paciente acude a la consulta. Pero en el glaucoma crónico, al no manifestarse ninguna alarma, el paciente no se da cuenta de la enfermedad hasta que ya tiene fibras nerviosas muertas. Generalmente, el centro del ojo no se ve afectado en un principio y lo que se empieza a perder son zonas periféricas del campo visual. Cuando esto ocurre, podemos decir que hemos llegado tarde. Pero mejor tarde que nunca.
La única forma de detectarlo es mirando la presión intraocular. No es el único factor de riesgo, por eso hay que comprobar que el nervio óptico esté saludable. Ahora tenemos tecnología muy sofisticada para saberlo en etapas muy tempranas. Tanto que podemos detectar el glaucoma cuando aún no se ha perdido visión.

Hay un tipo de glaucoma que además de producir cefalea y pérdida de visión, da un ojo rojo, ¿no es así?

En este caso se trata de un glaucoma agudo. Generalmente, la presión normal oscila entre 10 y 20 mm de mercurio. En el glaucoma agudo la presión se eleva a 50 o más de 60 y el ojo se vuelve muy duro; hay una inflamación y una isquemia importante y se pone rojo; la pupila se queda quieta y el iris se paraliza. Se paraliza todo el ojo. Hay un edema de córnea, el paciente no ve bien y tiene dolor. Aquí sí hay síntoma.
El glaucoma crónico no da ojo rojo.

¿Existe una asociación genética cuando hablamos de glaucoma?

Estamos totalmente codificados genéticamente, pero no sabemos lo suficiente. Lo que sí se sabe es que el glaucoma crónico de ángulo abierto tiene una herencia multifactorial. Eso quiere decir que existen muchos genes que lo pueden determinar y se pueden detectar.

En ICO tenemos el privilegio de tener a la Dra. Elena Millà quien estudia el código genético de los pacientes que tienen familiares con glaucoma y, sobre todo, de los que el glaucoma es congénito. También estamos estudiando a poblaciones, familias, susceptibilidad a fármacos, respuestas al tratamiento, etc. Hay un gran avance en este campo.

Desde la Unidad de Glaucoma de VERTE Oftalmología Barcelona, ¿cuál es la experiencia desde el punto de vista epidemiológico? ¿Está aumentado la incidencia del glaucoma?

Yo creo que la incidencia del glaucoma no está cambiando, sino que lo estamos detectando más. En algunos casos, de forma muy temprana, como ocurre en el glaucoma de jóvenes de 30 años. Son pacientes miopes que se han interesado en saber si son candidatos para la cirugía refractiva y quitarse las gafas, con lo que al hacerles el estudio se les ha diagnosticado mucho antes.
También, desde el año 2000, lo categorizamos más. Es decir, distinguimos entre un paciente que solo tiene la presión intraocular alta y el que ya tiene una lesión en el nervio óptico.

¿Cuál sería el papel del médico de familia en la detección de este tipo de patologías?

El médico de familia es clave para detectarlo. Si tiene un paciente con glaucoma, lo primero que hace es informar de que toda la familia y descendientes pueden tenerlo. Lo segundo, es que mira el fondo del ojo y puede detectar un cambio en el nervio óptico.

¿Cómo se puede prevenir el glaucoma desde la consulta o desde casa?

Para prevenirlo hay que detectarlo. Si se puede detectar a tiempo, se puede actuar sobre los factores de riesgo con un tratamiento adecuado e individualizado y prevenir la lesión del nervio óptico o que este siga avanzando.

¿Cómo es el tratamiento médico? ¿Qué pasos hay que dar en el caso de que se complique el glaucoma?

Lo importante es disminuir la presión. ¿Cuánto? El tratamiento es personalizado. Para un glaucoma avanzado, se necesita un descenso de la presión importante. En cambio, una hipertensión, se puede vigilar y no tratar o tratarla suavemente, depende de los factores de riesgo de cada paciente.

De ahí, empezamos con las medicaciones, porque es el tratamiento menos agresivo. Las hay muy buenas y muy eficaces, pero no debemos abusar de ellas.

Después tenemos el tratamiento con láser. No funciona en todos los pacientes, se han de seleccionar, pero es un tratamiento menos agresivo que la cirugía y es un paso más.

Posteriormente, tenemos cirugías a medida. Existen tres tipos de cirugía muy claros: cirugía mínimamente invasiva, la menos agresiva para el ojo y el paciente, y se hace en los casos de glaucoma suave o más incipiente. Luego, tenemos la trabeculectomia y sus variantes, como cirugía estándar. Y finalmente, la cirugía de implantes de drenaje  para los casos que no responden o que no van a responder a una cirugía clásica.

Para cada paciente hay que decidir qué cirugía es la mejor.

Estamos constantemente pegados a una pantalla, ¿tiene algún tipo de influencia en nuestra salud ocular y específicamente en el glaucoma?

Sí, pero indirectamente. Cuando estamos muy atentos a una pantalla, parpadeamos menos y lo que hacemos es secar el ojo. Tenemos mucha sintomatología de ojo seco por las pantallas. Pero ha de quedar muy claro que es un problema de superficie, el ojo no se gasta.

Relacionándolo con el glaucoma, las medicaciones alteran la superficie ocular y si, además, la secamos porque parpadeamos menos, el paciente de glaucoma sufre un poco más. Pero el paciente operado, no tiene ningún tipo de problema con las pantallas.

¿Desde qué edad deberíamos hacer una revisión periódica de nuestros ojos?

Para evitar cualquier problema, se aconseja revisar la vista de los niños a los 4 años y, al llegar a los 40 o 50 años, es cuando tendríamos que ser más serios porque es cuando la patología ocular se dispara en prevalencia. Cada año deberíamos hacernos una revisión ocular.

Entrevista audio completa: aquí

Creado: 04/04/2016 / Actualizado: 07/07/2024

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