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Menorca a Cegues II

25/02/2020

Isaac compartió con nosotros diversas claves que le habían ayudado, y le siguen ayudando, a llevar a cabo su reconstrucción.

KAYAK No Limits - VERTE Oftalmología BarcelonaEn nuestra publicación del pasado mes de enero (Kayak No Limits a Cegues I), pudimos conocer la gesta de Rai Puig e Isaac Padrós en su vuelta a Menorca a ciegas. En esta segunda entrega, conoceremos mejor la experiencia personal de Isaac y los grandes valores personales que nos trasmitió en la reunión celebrada en nuestra Clínica.

Es importante mencionar que durante la sesión, contamos con el apoyo de dos profesionales; el periodista Carlos Galindo, quien hizo de moderador, y la psicóloga Clara Duch (Servicio de Atención psicológica a la pérdida visual), quien apoyó la moderación y compartió con nosotros su punto de vista profesional sobre algunos elementos clave de la experiencia de Isaac.

Isaac vuelve a nacer a los treinta y cuatro años.

Isaac tiene cuarenta años pero su vida volvió a comenzar a los treinta y cuatro, cuando sufrió un grave accidente de tráfico que le provocó un traumatismo craneoencefálico y un accidente cerebrovascular secundario a las contusiones. El accidente implicó múltiples complicaciones sensoriales y motoras, además de la pérdida completa de la visión. Isaac no lidia únicamente con la ceguera. Cada mitad de su cuerpo tiene una sensibilidad cutánea distinta, además de una coordinación y equilibrio diferentes.

Después del accidente, su vida dio un giro de ciento ochenta grados. De pronto, se enfrentaba a una situación completamente distinta a la que había conocido hasta entonces. Al principio, se enfadó con el mundo y con la vida. Le era incomprensible el por qué de estar pasando por una situación tan dolorosa como la suya y se preguntaba constantemente ‘por qué a mí’. En esa vorágine de enfado e incomprensión, Isaac se aisló del mundo y se negó a escuchar. No quería saber de nada ni de nadie.

El punto de inflexión llega con la escucha.

El momento que marcó un antes y un después fue un claro mensaje de su padre: ‘escúchame, que hace mucho que no me escuchas’. Isaac por primera vez en mucho tiempo, escuchó.  A partir de entonces, inició una nueva etapa. Tomó conciencia de que él era el único responsable de decidir cómo afrontar la situación e iniciar una reconstrucción completa, ya que, como bien explicó Clara Duch, ‘cuando una persona se queda ciega, pierde la identidad y su posicionamiento en el mundo y tiene que reconstruirse de nuevo. Todo está a oscuras y eso significa empezar de cero’.

Empieza la reconstrucción: la gestión de las emociones, la conversión del obstáculo en motor y la importancia del sentido del humor.

Isaac compartió con nosotros diversas claves que le habían ayudado, y le siguen ayudando, a llevar a cabo su reconstrucción.

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En primer lugar, tuvo que aprender a gestionar las emociones generadas por la ceguera, especialmente el miedo y la ansiedad. Todos hemos experimentado alguna vez la angustia de encontrarnos en un cuarto a oscuras, sin poder encender la luz. Cualquier sonido o tacto nos pone en guardia, y perdemos la noción del espacio. Isaac nos contó que durante la expedición, a veces le resbalaba una gota por el brazo y dudaba de si era realmente una gota o el tentáculo de una medusa.

Poco a poco, aprendió a manejar su miedo y a canalizar en positivo aquello que le ocurría. Contó con la ayuda de un gran equipo multidisciplinar de personas formado por médicos, psicólogos y otros profesionales, y sobre todo, con la práctica de técnicas como el yoga y el mindfullness. Clara Duch, quien actualmente imparte talleres de mindfullness a algunos pacientes de nuestra Clínica, recalcó que esta clase de ejercicios son cruciales para la gestión de nuestras emociones.

Tras un gran trabajo personal, Isaac logró entender que de la desgracia podía hacer una habilidad. Existe un momento en el que la persona que ha sufrido una situación dolorosa le consigue dar un sentido. Así es como se convierte el obstáculo en un motor. Isaac logró hacer esa conversión; con ese motor, se impulsó para volver a confiar en sí mismo y a superarse todos los días, asumiendo retos como el de dar la vuelta a la isla.

Isaac nos habló también del sentido del humor; no debemos perderlo nunca. Es clave en su día a día pero también lo fue durante la expedición que, a pesar de haber sido superada con éxito, no fue nada fácil. Además de ser dura físicamente, exigió una gran fortaleza mental. Isaac estuvo constantemente expuesto a estímulos externos, a una concentración férrea y a batallas internas. Luchó por seguir adelante palada tras palada, ‘tirando de unas baterías que ni siquiera sabía que tenía’. Rai, a su vez, se enfrentó a asumir la responsabilidad de guiar el viaje y a comunicarse prácticamente las veinticuatro horas del día. En una situación tan intensa como aquella, el sentido del humor fue como una bocanada de aire fresco para ambos.

El entorno social de la persona debe ayudarla a dar el paso.

Como se ha explicado anteriormente, Isaac pasó por una primera fase de incomprensión y rabia ante lo que le había pasado. Esa primera fase autocompasiva de duelo fue la que más empatía y comprensión necesitó por parte de sus seres queridos. Clara Duch puntualizó que la persona que ha sufrido una situación dolorosa debe sentirse acompañada y comprendida  especialmente en esa primera fase. Sin embargo, es importante que, llegado el momento, el entorno sea capaz de ayudar a la persona a no quedarse estancada en esa fase, y pasar a otro estado. Esto se consigue mandando un mensaje que a veces puede ser difícil de transmitir: ‘te quiero, pero no te compadezco’. Al oír esto, la persona entiende que la quieren y que precisamente por ello, la animan a avanzar.

El padre de Isaac, que además era psicólogo, le ayudó mucho durante el proceso. Sin embargo, al igual que la madre, fue excesivamente sobreprotector. La actitud sobreprotectora es muy común en los familiares, lo cual no facilita en absoluto el paso a la siguiente fase. Todo lo contrario. Isaac nos contó que en su casa no le daba tiempo a ‘tener sed, porque antes de decirlo, ya tenía cuatro vasos de agua encima’. Sintió que necesitaba dar un paso adelante y salir de la sobreprotección familiar. Deseaba vivir en un piso propio y tener cierta autonomía. Cuando se lo comunicó a sus padres, obtuvo un no rotundo por respuesta. Aun así, Isaac estaba muy decidido a conseguirlo y, como casi todo lo que se propone, lo consiguió.

Isaac lleva ya un par de años viviendo solo. Evidentemente, cuenta con asistencia del hogar, pero tiene la satisfacción de sentir que es su casa; su espacio, su sofá y su silencio. Ganar autonomía le ha permitido volver a  sentirse útil y demostrarse a sí mismo que es capaz de volver a hacer cosas que hacía antes de la ceguera.

El valor de compartir y pensar en los demás.

La experiencia de Menorca a ciegas es única y merece la pena ser compartida. Es, desde luego, una gran inspiración para muchos. Gracias al gran reto de Rai e Isaac, inmortalizado en forma de documental, pueden decir al mundo que es posible volver a confiar en uno mismo y que hay vida detrás de la oscuridad.

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Isaac es incansable. Como nos explicó, se ha dado cuenta de que ‘casi hace más cosas ahora que antes del accidente’. Actualmente, estudia Ciencias Políticas y Administración por la Universidad de Girona (UdG), porque quiere saber cómo funcionan las leyes, especialmente las que incumben a personas con discapacidad. Además, es presidente de Muticapacitats, una asociación de personas con alguna discapacidad, que está centrada en sus capacidades en lugar de sus discapacidades. Más de cien personas de su asociación han pasado por los kayaks de Rai, quien lleva dos años colaborando con Muticapacitats. Cuando se les preguntó cómo se sentían montados en el kayak en medio del mar, la mayoría respondieron lo mismo:  libertad.

Gracias a Rai, muchas personas han podido moverse libremente en el mar, sin bastones ni sillas de ruedas. Con su compromiso y energía por emprender nuevos proyectos, también hizo posible Menorca a Cegues. Asumió un rol que, aunque puede pasar desapercibido por su humildad, fue excepcional. Comprometido a ser el guía de Isaac durante los trece días de expedición, se convirtió en sus ojos y se comunicó con él casi sin descanso con respeto, empatía y responsabilidad. Su labor tuvo resultado, pues ambos  llegaron a la meta llenos de orgullo y alegría, y unidos por un vínculo de amistad muy especial.

Desde ICO, queremos agradecer de nuevo a Rai e Isaac que hayan compartido su historia con nosotros con tanta claridad y valentía. Sus testimonios son de un valor incalculable, y además de habernos inspirado a nivel personal, también lo han hecho a nivel profesional. Esperamos que su experiencia repercuta e inspire a muchas otras personas para poder volver a confiar en ellas mismas.

Creado: 25/02/2020 / Actualizado: 06/10/2024

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