Begoña Curero:
“Padezco un glaucoma congénito en ambos ojos pero eso no me impide luchar por aquello que quiero”
Begoña Curero participó en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 en natación
Begoña Curero, de 29 años recién cumplidos, no lo duda a la hora de definirse. “Antes que nada soy nadadora”, explica orgullosa. Y fue nadadora, en efecto. “De alta competición”, recuerda. Participó en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 representando a España. Padece un glaucoma congénito en ambos ojos –en el derecho no tiene visión y en el izquierdo, apenas un 20%-. Pero esa dificultad que para cualquier mortal sería un problema superlativo no es un obstáculo insalvable en la vida de esta deportista. “Es una valla que debo superar a diario”, dice. “Soy una luchadora”, añade. No se rinde. Sigue peleando porque “esta vida merece ser vivida”. No se puede decir más claro…
¿Cuándo empezó tu batalla?
Tenía solo tres meses de edad cuando ya me pusieron en manos de la doctora Susana Duch. Creo que en aquel entonces trabajaba en el hospital de Bellvitge. Y con ella sigo.
Una larga trayectoria…
¡Uufff…! Larguísima. ICO se ha convertido en mi segunda casa. Todo el mundo que trabaja en ese lugar me ha visto corretear por los pasillos en un momento u otro de mi vida. Me conocen, me llaman por mi nombre, sé que me quieren como yo los quiero a ellos. La confianza es absoluta. Y cuando se trata de la salud ocular, la confianza es un valor determinante.
“Vine a ICO cuando apenas tenía tres meses. Todos me han visto correr por los pasillos”
En la actualidad, ¿qué proceso sigues?
Me someten a revisiones de control de glaucoma. Voy a ICO, al menos, una vez cada tres meses. Es un proceso degenerativo, ya sabes. Hay que estar atentos…
¡Toda la vida en ICO!
En efecto. Toda la vida en ese centro. De hecho, he crecido con ellos. De pequeña, corría por los pasillos, la maquinaria era más rudimentaria. Ahora, en cambio, disponen de la más avanzada tecnología. Y, como ya te dije, son grandes amigos. El trato personal es muy cercano y afectivo. Todos se vuelcan conmigo; me conocen por mi nombre, me saludan, me abrazan... Eso es lo que deberíamos encontrar cuando vamos al médico. Ese plus es muy importante.
Tu proceso ha sido largo y complejo.
Sí que lo ha sido. Ha habido semanas de mi vida en las que me he pasado casi todos los días en ICO. Me han practicado catorce operaciones, las últimas, ya con las nuevas tecnologías que han posibilitado que no sean intervenciones invasivas. Es decir, que eran ambulatorias. Y eso es algo que agradezco mucho porque, verás, solo tengo un poco de visión en un ojo y para mí es muy importante no tener que ingresar…
Sigue, por favor…
Tuve un pequeño accidente deportivo, me operaron esa misma tarde y salí con el ojo sin tapar. Eso fue muy importante para mí porque lo contrario hubiera sido permanecer ciega unos días.
¿Te habrá ayudado mucho tu carácter deportivo?
Sin duda. Ser una luchadora ha sido la mejor manera de afrontar mi discapacidad. No tengo complejos y creo que en la vida también es necesaria la superación personal. Como en el deporte… Qué nadie me impida hacer aquello que quiero hacer.
“El deporte me enseñó a sufrir, a sacrificarme… Mi discapacidad ocular no es un freno en mi vida”
No sé que decir. Me dejas sin palabras…
Me propuse participar en unos Juegos Paralímpicos y lo conseguí. ¿Crees que fue fácil…? Pues déjame que te diga que no lo fue. Me costó mucho, tuve que hacer un gran sacrificio. Pero ahora me siendo muy orgullosa de haber alcanzado mi sueño.
¿Qué destacarías de ICO?
Como ya te dije, es mi segunda casa. Me siento muy bien acogida, todo el personal es muy amable conmigo, la doctora Susana Duch es como una madre… Y, además, son unos extraordinarios profesionales.
¿Trabajas en la actualidad?
Sí, en Decatlón. Soy vendedora a jornada completa. He tratado de normalizar mi vida y también mi situación laboral. Soy una más entre mis compañeros y me tratan como tal. No quiero privilegios ni tratos de favor. Mi discapacidad no me afecta en mi día a día. Todos podemos hacer muchas cosas; solo hay que proponérselo. Y si me pego la hostia, pues volveré a levantarme. Soy muy cabezona. Una luchadora.