Corre, pero con vista

19/03/2019

¿correr puede afectar a nuestra fisiología ocular? Aún más, ¿la actividad física es saludable o supone un riesgo de trombosis vascular?

Descubre los beneficios y los riesgos del running

Correr se ha convertido en un verdadero fenómeno social plenamente asentado en nuestra sociedad. El running es sinónimo de puesta a punto, bienestar, salud, retos, objetivos… Pero también conlleva sus riesgos si no se practica con cabeza. La pregunta es, ¿correr puede afectar a nuestra fisiología ocular? Aún más, ¿la actividad física es saludable o supone un riesgo de trombosis vascular?

¿Correr puede provocar la pérdida de visión?

Un varón de 49 años, habitual del running y con una larga trayectoria en el mundo de la larga distancia, acudió a VERTE Oftalmología Barcelona, explicando que había sufrido una preocupante pérdida de visión. Le sometimos a una detenida exploración y se le detectó una trombosis retiniana leve con buen pronóstico visual y una agudeza visual conservada. El corredor confirmó que no era fumador, ni diabético, ni hipertenso… No había tenido en su vida una trombosis en parte alguna de su organismo. También admitió que nunca había consumido drogas. Sólo cuando se marchaba de la consulta explicó que advirtió esa pérdida de visión mientras corría la Maratón de Berlín 2018. No le hizo mucho caso a los síntomas y sólo nos visitó pasadas tres semanas de la carrera. Explicó que notaba más pérdida de visión a medida que corría en Berlín y también, cuando se levantaba de la cama por las mañanas aunque después, a lo largo del día, apreciaba cierta mejoría. En esa carrera, el atleta keniano Eliud Kipchoge estableció un nuevo récord mundial de la especialidad con un tiempo de 2 horas 01 minuto y 39 segundos. Una barbaridad.

La eficacia del tratamiento con fármacos anti-VEGF

Dado que el paciente no mejoró de su estado durante los días posteriores –e incluso empeoró levemente- recurrimos a nuestro tratamiento habitual de primera línea del edema de la retina de las trombosis venosas con fármacos anti-VEGF. Se había cumplido ya un mes desde que sufrió la trombosis en su ojo. El paciente notó mejoría -no completa pero sí notoria- en aspectos como, por ejemplo, la agudeza visual. Se le aplicó una segunda dosis y la mejora fue mucho más significativa. Él decidió, por voluntad propia, no recibir la tercera.

Durante este proceso y mientras nos preocupaba determinar si este varón podía seguir corriendo o no, él decidió participar por su cuenta y riesgo en la Maratón de Valencia. No lo hizo a la intensidad que acostumbraba. Antes de que eso ocurriera, desde IO·ICO Barcelona le sugerimos que consultara a su médico de cabecera y también a un médico deportivo quien, por cierto, le advirtió que hiciera caso de nuestras recomendaciones. En su agenda figura correr próximas ediciones de las maratones de Londres y Boston.

¿Qué cambios registra nuestro organismo cuando corremos una maratón?

Se ha comprobado que los atletas de alto nivel que se someten a ritmos muy exigentes están expuestos a sufrir lo que se denomina ‘muerte súbita’ cardiaca. Aumenta el riesgo de fibrilación, trombosis, paradas cardiacas… De hecho, en las autopsias realizadas a corredores de élite se aprecia un aumento de fibrosis miocárdica. El ejercicio extremo puede ocasionar un daño cardiaco evidente y, según los estudios realizados, el riesgo es mayor en hombres que en mujeres, se incrementa notablemente en los últimos cuatro kilómetros de carrera y aumenta en los runners mayores de 40 años.

El riesgo es mayor en hombres que en mujeres, se incrementa notablemente en los últimos cuatro kilómetros de carrera y aumenta en los runners mayores de 40 años.

Encontramos amplia información que explica la relación que se da entre el esfuerzo físico que realizó nuestro paciente y la trombosis que padeció. Buscando bibliografía comprobamos que no era ni mucho menos el primer caso. El tratamiento aplicado tuvo una buena respuesta.

¿Dónde está el límite?

Hay muchos artículos publicados al respecto. Se sabe que no practicar ningún tipo de ejercicio físico aumenta considerablemente el riesgo cardiovascular y, en cambio, practicarlo con mesura, beneficia a nuestro organismo. Si ese límite se supera en tres o cuatro veces aún se está dentro de unos márgenes aceptables (aunque no recomendables) y el riesgo cardiovascular sigue controlado. Ahora bien, si superamos el límite a 10 veces sobre la curva que determina los riesgos del ejercicio extremo, nos adentramos directamente en un terreno muy peligroso, con posibilidades más que contrastadas de sufrir infartos agudos, ‘muerte súbita’, fibrosis miocárdica, problemas severos de tipo cardiovascular…

Siga estas recomendaciones

¿Cuáles son las recomendaciones para disminuir el riesgo cardiovascular? Recuerda: 75 minutos de running a la semana ya se considera moderado. También ir en bicicleta al trabajo, caminar o, entre 15 y 20 minutos al día de musculación -si lo que se pretendes es tener una buena tonificación-. En este sentido, hay que advertir a los pacientes sobre la necesidad de tomar antioxidantes, llevar una vida sana y caminar. Hay un estudio (pendiente de ser publicado) que duró nada menos que doce años realizado a pacientes que hacían ejercicio físico regular y también a otros que no eran practicantes. Pues bien, se comprobó que los sedentarios tenían muchas más posibilidades de ser operados de cataratas durante esos doce años de investigación que los activos físicamente. En cuanto al glaucoma, ese mismo estudio -que será publicado en breve- determina que el campo visual realizado a los pacientes sedentarios progresa más hacia el glaucoma que los que si practican algún deporte de forma regular.

Por cierto, es importante recordar que en el caso de los niños, estar más tiempo al aire libre reduce el riesgo de miopía.

Dra. Carme Macià

 

 

Dra. Carme Macià

Unidad de retina y Vítreo

Creado: 19/03/2019 / Actualizado: 23/11/2024

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