Consejos sobre visión y televisión

18/11/2016

¿Es malo que nuestros hijos miren la televisión de cerca? El Dr. Andreu analiza la salud oftalmológica de niños y adolescentes en el uso de pantallas.

Hace unos días me llamaron de una radio de gran audiencia para una entrevista sobre si ver la televisión de cerca era malo para los niños. No me costó contestarles. Todas las pantallas electrónicas actuales tienen niveles de radiación ionizante nulos o despreciables. Sin embargo, las primeras televisiones funcionaban mediante tubos de rayos catódicos y, dado que se detectó que entre sus emisiones había radiaciones ionizantes con una proporción de rayos X, rápidamente se instaló la prevención ante ese riesgo, sobre todo en los ojos. Pero actualmente no hay motivo para temer que la televisión o las pantallas, por cerca que las miremos, nos vayan a irradiar la córnea, el cristalino o la retina.
Tras esa entrevista me surgieron nuevas preguntas que me hicieron revisar algunas publicaciones científicas. Aquí relato una serie de análisis de salud oftalmológica sobre el uso de pantallas entre niños y adolescentes.

Actualmente no hay motivo para temer que la televisión o las pantallas, por cerca que las miremos, nos vayan a irradiar la córnea, el cristalino o la retina.

  • Fatiga. Durante el uso prolongado de una pantalla, superada una fase de buen nivel de atención, entramos en una etapa de fatiga que, acompañada en muchas ocasiones de sobreexcitación, reducirá la capacidad intelectual del niño para hacer sus deberes, leer un libro, charlar con su familia o conciliar el sueño.
     
  • Ametropías. La observación sostenida de la televisión demanda a los ojos que la imagen que capturan sea enviada al cerebro en las mejores condiciones de foco y de adaptación a la luminosidad. Unos ojos bien equilibrados desde el punto de vista dióptrico lo hacen sin esfuerzo. Sin embargo, con astigmatismo o hipermetropía no corregidos sufrirán una fatiga proporcionalmente mayor porque el músculo del enfoque tendrá un trabajo extra.
     
  • Forias. Las forias se producen por la dificultad de mantener los ojos paralelos y son otra fuente de fatiga en la mirada sostenida. Tanto en las graduaciones no conocidas como en las forias no tratadas, se reduce el número de horas sin fatiga ante cualquier pantalla.
     
  • Luminosidad. Con la visión de televisión en la oscuridad absoluta, la pupila debe dilatarse al máximo, y la calidad visual se reduce porque entran en funcionamiento las zonas más periféricas de la córnea o del cristalino, cuya calidad óptica baja en picado. Son las aberraciones ópticas, que también son fuente de fatiga visual y de sensación de disconfort, por lo que una luz ambiental media-baja será lo más recomendable.
     
  • Parpadeo. Cuando miramos algo atentamente parpadeamos menos. El ojo seco es un grave problema en el adulto, aunque muy raramente afecta a la edad infantil y juvenil. Sin embargo, en el uso prolongado de televisión y pantallas, aumentará la fatiga y producirá escozor y ojos rojos.
     
  • Postura. Los niños se pueden estirar en el suelo y adoptar posturas raras, con hiperextensión del cuello, retorcidos, o con posiciones asimétricas, para mirar la televisión, lo que aumenta la fatiga y puede causar dolores oculares y de cabeza.
     
  • Distancia. Acercarse mucho a la pantalla, papel o libro, puede ayudarnos a detectar una miopía, pero también es un factor inductor de esta. Es la miopía del estudiante, por la que el ojo tiende a adaptarse a un mundo de distancias cortas. Por ello, la televisión, mejor a una distancia mayor de 3 metros.
     
  • Enclaustramiento. Si el niño está en su hogar consumiendo contenidos a través de pantallas, no estará en un espacio exterior enfocando objetos en distancias largas, y los niños con una vida predominante en el interior de la casa desarrollan niveles notablemente mayores de miopía. Además los niveles de dopamina en la retina cambian principalmente por la falta de exposición a la luz natural, y sus alteraciones probablemente son un factor inductor del crecimiento del tamaño del ojo y, en consecuencia, de la miopía.
     
  • Lenguaje. Según las primeras investigaciones científicas, los niños que pasan mucho tiempo ante las pantallas no solo se desarrollan mostrando una reducción significativa de su vocabulario, sino que se incrementan los casos de dificultad y retraso en las habilidades de lectura.
     
  • Sedentarismo. En el ámbito del consumo de TV y otras pantallas, más de 4 horas al día de ese tipo de sedentarismo han demostrado estar claramente relacionadas con la obesidad infantil.
     
  • Comunicación familiar. La televisión y todas las pantallas, incentivan el aislamiento comunicativo. Un ejemplo: la familia cenando con una TV que condiciona lo que se mira y oye y limita la interacción entre sus miembros; o la cena sin televisión, en la que padres e hijos se comunican en un momento de valor educacional extraordinario.

Las pantallas electrónicas han cambiado radicalmente nuestra vida y ofrecido extraordinarios niveles de información, educación y entretenimiento. Sin embargo, se produce a la vez una superoferta visual que podemos gestionar adecuadamente o sobreconsumir. Conocer estos datos es fundamental para los progenitores, pero también los educadores, obviamente, sin perder de vista la perspectiva y rigor científico.

 

 

 

 

 

Dr. David Andreu

Director Médico de VERTE Oftalmología Barcelona

Creado: 18/11/2016 / Actualizado: 05/10/2024

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