Urgencias oftalmológicas
El oftalmólogo a su lado
Se define como visita médica de urgencia oftalmológica aquella que debe realizarse con prontitud, fundamentalmente por dos razones: porque el paciente sufre o porque la enfermedad puede empeorar si no se realiza un diagnóstico y un tratamiento rápido.
El sufrimiento del paciente no sólo se refiere al dolor o molestia ocular o el dolor extendido hacia alguna parte de la cabeza. También nos debe preocupar su sufrimiento psicológico ante la pérdida de visión, aunque ésta sea indolora, o ante la inquietud de que su enfermedad pueda tener mal pronóstico.
Entre las causas más frecuentes de visita en una Unidad de Urgencias Oftalmológicas destacan cuatro: el conjunto de enfermedades que presentan ojo rojo, la pérdida brusca de la agudeza visual, la visión de puntos flotantes o moscas (miodesopsias) y los traumatismos oculares. El Servicio de Urgencias de VERTE lleva 25 años atendiendo ininterrumpidamente estas y otras muchas enfermedades oculares.
El ojo rojo
La conjuntiva es un tejido muy vascularizado que rodea el globo ocular. En un ojo sano es trasparente y permite visualizar el color blanco de la esclerótica. Cuando la conjuntiva se inflama, los vasos se dilatan y se hacen visibles provocando el conocido enrojecimiento ocular.
El globo ocular también puede enrojecer debido a la presencia de una hemorragia conjuntival secundaria a la ruptura de estos vasos, a consecuencia de un traumatismo o bien de forma espontánea en pacientes con fragilidad capilar.
Son muchas las enfermedades oculares que cursan con ojo rojo. Las principales son cuatro: la conjuntivitis, las lesiones de la córnea, la uveítis y el glaucoma agudo. El diagnóstico de cada una de estas entidades que comparten un aspecto ocular externo similar, requiere del conocimiento de cada uno de los síntomas y los signos exploratorios característicos.
Es típico encontrar picor en las conjuntivitis alérgicas, sensación de cuerpo extraño en la mayoría de las conjuntivitis, el dolor del glaucoma y la uveítis ... etc. Una adecuada y completa exploración oftalmológica permitirá el diagnóstico definitivo.
La conjuntivitis infecciosa producida por virus o bacterias es con mucho la causa más frecuente de ojo rojo en una consulta oftalmológica. No hay que alarmarse pero hay que seguir medidas higiénicas estrictas para evitar el contagio. Se aconseja no compartir toallas, servilletas, pañuelos o fundas de almohada. Es muy importante lavarse las manos tras el contacto con los ojos y utilizar pañuelos desechables de celulosa. Aunque sea contagiosa sólo durante los primeros días, el proceso inflamatorio puede alargarse hasta un mes de duración. El oftalmólogo le indicará cual es su caso y el tratamiento más adecuado.
El uso inadecuado de las lentes de contacto es una causa frecuente de ojo rojo. Podemos observar una inflamación de la córnea y la conjuntiva (queratoconjuntivitis) provocada por el uso excesivamente prolongado de las lentes de contacto, o bien por la intolerancia a las soluciones de limpieza. La falta de una higiene adecuada en los portadores de lentillas puede favorecer la presencia de una úlcera corneal con consecuencias desastrosas.
La úlcera corneal, generalmente infecciosa, puede producir un enrojecimiento ocular acompañado de dolor y pérdida de visión debido a la presencia de una mancha blancuzca en la córnea. El cultivo microbiológico y el tratamiento antibiótico inmediato son indispensables a fin de evitar una cicatriz definitiva que comprometa la visión (leucoma corneal) o incluso la perforación ocular.
La pérdida de visión
Una urgencia oftalmológica alarmante es la pérdida brusca de la visión de un ojo. En primer lugar hay que distinguir la pérdida de visión producida por una lesión de nervio óptico, de la provocada por enfermedades en la retina.
El nervio óptico puede sufrir inflamaciones (neuritis óptica) o falta de riego sanguíneo (neuropatía isquémica). El desprendimiento de retina, la hemorragia intraocular por rotura de un vaso retiniano o la obstrucción de un vaso (infarto) son las causas más frecuentes de disminución visual de origen retiniano. Los infartos suelen producirse en personas mayores.
Es importante conocer ciertos síntomas que pueden producirse con anterioridad a una pérdida de visión. La percepción de cuerpos flotantes o “moscas” (miodesopsias) o la visión de luces o “fogonazos” (fotopsias), seguidos en algunos casos de la aparición de una cortina negra que cubre con rapidez el campo visual desde fuera hacia dentro, nos avisan del inminente desprendimiento de retina.
La deformación de las imágenes (metamorfopsia) siempre es un signo de alarma retiniano que requiere atención urgente por el oftalmólogo. La pérdida brusca y transitoria de la visión (amaurosis fugax) es un signo propio de la insuficiencia circulatoria en la retina o en el nervio óptico. En determinadas ocasiones puede estar avisándonos del riesgo de un infarto cerebral (accidente vascular cerebral)
La visión de puntos flotantes
Son pequeños puntitos o nubes (miodesopsias es el término científico) que se mueven libremente en el campo de visión, y que son especialmente evidentes al mirar una superficie de color homogéneo y con luz brillante. Son debidas al llamado desprendimiento posterior de vítreo que en algunos casos deriva en un desprendimiento de retina.
Las miodesopsias son frecuentes y requieren siempre una exploración oftalmológica urgente para identificar tempranamente el riesgo de desprendimiento de retina. Ello permite hacer una prevención con láser y evitar así una intervención quirúrgica.
Los traumatismos oculares
Los traumatismos oculares ocupan, junto a enfermedades infecciosas y patologías como la catarata y el glaucoma, un lugar destacado entre las principales causas de ceguera en el mundo.
Los accidentes oculares se dividen en aquellos traumatismos que alteran la integridad anatómica del ojo (heridas, contusiones y perforaciones) y en aquellos que destruyen las superficies, como las quemaduras (térmicas o químicas).
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